Érase una vez, el señorito R. y la señorita C. caminaban campo a través, en los dominios de la urbanización de las hierbas aromáticas, una noche tormentosa, azotados por la lluvia y por fuertes vientos. Escapaban de algo que les perseguía, una sensación, un ente oscuro, un espíritu de color negro, algo que venía detrás de ellos. Con cansancio y fatiga, se abrían paso entre los altos maizales, caminando apresurados, sin permitirse echar a correr para evitar una caída y que ese ser les alcanzase.
Sin aliento atravesaron la calle T., anegada por las lluvias, y llamaron al timbre de la penúltima casa, la del color del cielo. Les abrieron, entraron, y al calor de las estufas secaron sus ropas. Pero volvieron a llamar al timbre...
Y esperándose lo peor, al abrir temerosos la puerta, encontraron a la madre de R. con un par de entradas para ir a un concierto de Los Ramones. Ambos se miraron, se echaron a reír... La madre de R. no entendía nada.
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